martes, 21 de julio de 2015

RAQUEL ANDUEZA HIZO VIBRAR LAS VIEJAS PIEDRAS DE LA CATEDRAL DE ZAMORA


La genial soprano navarra ofreció en el ciclo Domo Musical una selección de piezas sacras del barroco italiano en un concierto emocionante e íntimo.
La voz de Raquel Andueza, acompañada por la tiorba de Jesús Fernández Baena, estremeció de emoción las viejas piedras de la Catedral de Zamora. Bajo el epígrafe de 'In Paradiso', la genial soprano navarra interpretó una selección de piezas del barroco italiano anónimas, de Monteverdi, Merula, Sanzes, Mazocchi o Ferrari en un concierto de tono íntimo de piezas sacras, ternura y lamento.
Exquisitez en la interpretación y en los matices y naturalidad en el gesto, incluso para quitarse los zapatos antes de subir al escenario a interpretar un bis una vez finalizado el concierto. Un lujo que sumar a la corta trayectoria del ciclo Domo Musical, que en su segunda edición vuelve a dar cita a intérpretes de primer nivel en la Catedral de Zamora.
Ubicada ante la capilla de Santa Inés, Raquel Andueza -una de las sopranos españolas con mayor proyección internacional- realizó un paseo por los rincones del alma a través del barroco italiano con obras tan conocidas como el Lamento della Maddalena, de Monteverdi, una versión sacra sobre el famoso Lamento de Ariadna, que el compositor italiano trasladó a la Magdalena al pie de la Cruz, amor y desgarro. Sin aliviarse, sólo canto, sólo su voz maravillosa sobrevolando las naves y la cúpula de la seo zamorana como un regalo, como el hilo conductor a un viaje interior.
Un hermosísimo Stabat Mater que era un llanto o una estremecedora nana de María a Jesús, en la que la Virgen anuncia a su pequeño hijo los momentos de la Pasión, pusieron el toque dramático en la dulce voz de la soprano, dulce y redonda en todos sus registros, cálida en los graves y limpísima, impecable, en los agudos, como una caricia en los pianos, cargada de matices y expresividad, inconfundible, personalísima y genial, a quien el público zamorano ya acompañó en su viaje a la locura en un concierto del Pórtico de Zamora que permanece en la memoria de quienes la acompañaron en aquella travesía por el dolor y la pasión.
Y se hizo el silencio en la Catedral mientras la emoción retumbaba en sus piedras y en sus bóvedas, convertidas en una pequeña caja de música, tan mágica. Fuera, caía la noche sin anunciarse.

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