lunes, 11 de abril de 2016

MEMORIAS DE BOLICHE: "A LUIS OCAÑA SE LE MACHACÓ INJUSTAMENTE EN ESPAÑA CUANDO VINO AL EQUIPO SUPER SER EN EL OCASO DE SU VIDA DEPORTIVA (Cap. 4º)


SU MEJOR RECURSO, LA IMPROVISACIÓN

Todas las miradas en las largas esperas al final de las etapas convergían en nuestro protagonista, que tenía que hacer muchas veces el "pino" para mantener la atención de los espectadores si los corredores llegaban con mucho retraso. Boliche recurría mucho a la improvisación.  Entrevistaba a uno y a otro aunque alguno no aportase gran cosa con tal de que la gente no se aburriera. Ya, cuando finalizaba la etapa era más fácil porque podía entrevistar a los corredores con toda la paz del mundo. No había radios, no había televisiones y los tenía a disposición todo el tiempo que quisiera.


-Entre estas víctimas, uno de mis favoritos era el corredor Mariano Díaz, que en 1963 defendió los colores del equipo "Ferrys". Mariano Díaz ha sido el único corredor en la historia de la Vuelta a Navarra que ha logrado tres triunfos absolutos. Y al lado de este triunfador, un chaval llamado Txomin Perurena, que obtuvo el triunfo parcial de la etapa del 8 de junio de 1963.


Federico Martín Bahamontes, a  su llegada a Pamplona de la Vuelta a Navarra en el año 1969 se refirió al vencedor del Tour cuando en ese momento dirigía el equipo "La Casera":
-Los cronistas de la época acusaban al "Águila de Toledo" de haber ordenado al navarro de Castejón, José Luis Galdámez, que desplazara en plena etapa al hasta ese momento líder, Lucien Van Impe, el grandísimo escalador, que se proclamaría vencedor de la montaña del Tour de Francia años después. A Bahamontes no le hizo ninguna gracia que su corredor, Zarano, del equipo "La Casera", no ganara la Vuelta y, sobre todo, las insinuaciones de la prensa navarra. Lo cierto es que Lucien Van Impe no consiguió imponerse en esa edición, adornando el palmarés de la carera navarra.




LA ANÉCDOTA DE LAS UVAS EN MURCHANTE

La vida de este modesto pero enorme locutor está jalonada de historias y sucedidos como éste:

-Íbamos a las carreras en un "Dauphine", con los altavoces en la parrilla. En esta ocasión a una prueba de la Ribera. Era septiembre y hacía muchísimo calor. A la altura de Murchante el chófer nos dijo "estoy sin desayunar". Paramos cerca de unas viñas y decidimos coger unas uvas para quitar la sed. "El chófer entró a la viña y yo me quedé en el coche a esperarle. En eso que veo por el espejo retrovisor que viene un hombre hacia nosotros dando alaridos...A todo esto ya volvía el chófer de la viña con unos cuantos racimos de uva sin enterarse de que estaba a punto de cazarle mangando. Pensando en el cisco en que nos habíamos metido no se me ocurrió otra cosa que decir a través de los altavoces: "Agradecemos al propietario de esta hermosa viña el magnífico obsequio que nos ha dispensado, que nos permitirá continuar con la carrera dando información". El pobre hombre se quedó petrificado, sin argumentos.Cuando le conté lo sucedido al chófer, José María Ayensa se partía de risa.
Boliche solía combinar la seriedad con el humor. Seriedad cuando tenía que informar a los corredores y animar al público, humor cuando la oportunidad lo requería, eso sí, sin faltar. Sus acompañantes daban fe de ello cuando pasearon su Seat 1.500 de Super Ser, que llamaba la atención por lo moderno y lujoso.



SU RELACIÓN CON EL MALOGRADO LUIS OCAÑA

Luis Ocaña fue un corredor de élite, que llega al equipo de Cordovilla de los hermanos Orbaiceta ya fuera de control. En lo dos años que estuvo en el Super Ser le sacó las castañas del fuego Agustín Tamanes ganando una Vuelta a España porque él no hizo anda destacado.
Los asesores de marketing de la empresa de electrodomésticos le quisieron quitar de la cabeza a Don Ignacio que fichara a Luis Ocaña con este estudio de mercado que arrojaba esta dura conclusión: "Muy mala tiene que ser la firma Super Ser cuando tiene un líder tan acabado como Luis Ocaña"...Y se convenció y no le renovó contrato el exciclista Orbaiceta por más cariño que le tenía.

-No se hizo justicia durante su vida deportiva, dice Boliche sobre Ocaña. Yo hice bastante amistad con él en la Vuelta al País Vasco del año 1973. Solía acudir Ocaña casi todos los años y como era una persona muy retraída conecté con él, pues a este tipo de personas siempre me ha gustado ayudarles y darles confianza. Nos apreciábamos mutuamente. Después de ganar el Tour de Francia ya no vino a  Pamplona hasta el año 1976 en que ya  había firmado por el Super Ser un año antes. Le acompañé en varias carreras como la Vuelta a Levante, Vuelta a Cataluña... y vi que era una persona extraordinaria. Muy introvertido pero con un corazón enorme. Yo vi detalles sensacionales con sus compañeros. El Super Ser de aquellos años era la "legión extranjera", la caza de "tócame Roque" donde cada uno tiraba para un sitio al ser de mil lugares. Cuando Ocaña vino al Super Ser ya estaba en el declive de su carrera pero con todo su palmarés era capaz de sacrificarse por sus compañeros. Muchos le llamaban chulo: nada más lejos de la realidad. Era una persona honrada y buena. Cuando murió me llevé un gran disgusto Parecía que tenía problemas de salud. Siempre se quejaba de la garganta y sufría muchas bronquitis. Yo lo achaco a que de pequeño tuvo que sufrir muchas calamidades. Casi nunca se reía, aunque los dos echábamos buenas carcajadas...Estaba un `poco acomplejado por su acento francés. En España se le trató muy mal, se le machacó. La última vez que estuvo en Pamplona fue en 1994 en una conferencia que se celebró en el Planetario. Tras la cena esa noche regresó a Francia y un mes después murió en trágicas circunstancias. Fue un personaje que no tuvo suerte en la vida, una pena. No se le valoró en su justa medida.






LE GUSTABA CONTAR LO QUE NO SE VE

Boliche era un comunicador nato, valiente, espontáneo, por delante de su tiempo, con medios primitivos y rudimentarios para informar en plena ruta, en directo, con la carrera en marcha.

-Siempre me ha gustado el mundo de la comunicación, contar lo que la gente no ve, descubrirles lo desconocido. No me importaba nada siendo muy jovencito enfrentarme a las veinte mil y treinta mil personas que se juntaban en la Plaza del Castillo o en Carlos III. Se me daba muy bien improvisar, contar lo que estaba viendo aunque no tuviera le manejo del lenguaje que ahora se lleva en la profesión de radio o televisión porque nunca estudié para ser periodista. Pero me defendía bien y llegaba a la gente del pueblo, a la gente de la calle, que era de lo que se trataba.





                                                                           (CONTINUARÁ)

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