lunes, 4 de septiembre de 2017

LA OTRA CRÓNICA DE JOSÉ MARI ESPARZA

Este Osasuna no sabe honrar su historia


Los festejos del medio siglo de El Sadar prometían mucho pero dieron poco en lo deportivo, sin anotar una sola jugada y apenas dos tiros a puerta, y también en lo festivo. 
Los festejos del medio siglo de El Sadar prometían mucho pero dieron poco en lo deportivo, sin anotar una sola jugada y apenas dos tiros a puerta, y también en lo festivo. De los cinco cañones de confetis que cerraron programa, solo funcionaron dos y tarde, cuando ya no había jugadores y apenas público
No entiendo al entrenador Diego Martínez. "Hemos hecho un gran partido y hemos merecido la victoria", dijo tras el lamentable empate ante el Huesca, que mereció con creces el cuadro oscense. O yo no entiendo nada de fútbol, o él no habla con sinceridad. Los números, que en fútbol actúan casi siempre como la prueba del algodón, que ésa sí que no engaña, cantan como nunca.



Su equipo no trazó una sola jugada durante los noventa minutos y apenas tiró dos veces a puerta, con la inmensa fortuna de hacer gol en la primera, ventaja que tampoco supo rentabilizar. Por lo demás, un insoportable choque de trenes en el centro del campo que no dio para más.
Del medio siglo de El Sadar al siglo entero del club, es lo que habrá pensado el factótum Fran Canal sobre su futuro en Osasuna. De ahí el programa de fastos que cual edil romano de los tiempos de Publio Cornelio Escipión ha programado de cara a las elecciones presidenciales.
El próximo, el Día del Osasunista dentro de dos semanas, a base de paellada gratuita para mil y rock radikal para la muchachada (el 70% de los nuevos socios son menores de diez años o de veinte). Pan y Circo. Lo malo es que como llegue con el mismo éxito, igual ya lucha Osasuna  por evitar puesto de descenso a Segunda B.
Pero volvamos al partido. Ya hablaremos de los fastos después. El técnico repitió ante el Huesca el equipo derrotado en León, con el cambio obligado del sancionado Oier por Javier Flañovolviendo a dejar a Aitor Buñuel en el ostracismo. Esto lleva camino de recordar más y más a la temporada anterior, la peor hasta donde alcanza mi memoria.
En el último día de mercado de nuevo se repite la cifra de once fichajes con otro lateral derecho, entonces llegó Javi Álamo y ahora Lillo, descartado del Sporting.  ¿Dónde quedan las promesas de cantera? El nuevo entrenador regala a Olavide a su ex equipo y reserva a Aitor Buñuel para que se luzca en la sub-19. Algo falla, y mucho.
Como ya ha quedado apuntado, el encuentro resultó un choque de trenes en el centro del campo, que es donde los oscenses plantearon la batalla. El balón basculó hacia un área u otra, pero sin entrar en ninguna de las dos. Típico encuentro de Segunda, tosco, lento, espeso, sin chispa. El Huesca vino a empatar, y Osasuna no supo desbordar para impedirlo. El veterano equipo que ha montado Diego Martínez se asemeja más a un tractor que a un utilitario. Funciona en defensa, se atranca en el centro del campo, y desaparece en ataque. Sigue atascado en el centro y sin dar con la fórmula adelante. Sus jugadores carecen de ideas, ni aciertan a improvisar o sorprender. Se ajustan al conservador guión de su técnico y pasan de complicarse la vida.

El centro del campo se colapsa y la delantera sigue desaparecida, da igual con bandas que sin bandas. La pelota no les llega. No cuesta entender que la victoria continúe ausente. Dos puntos, ambos en casa, en tres partidos. Esto no es lo prometidoCuesta ver a Osasuna a merced el Huesca, que acabó el partido contralando el balón ante la impotencia de los rojillos, que se adelantaron en jugada afortunada pero que encontraron de nuevo su salvador en Sergio Herrera. Además, con el marcador en contra, el entrenador oscense, Rubí, se estiró. Movió piezas con más acierto que Diego Martínez y encontró el gol que necesitaba para empatar. Hasta entonces había disparado dos veces a puerta, ambas con mucho peligro. A la tercera, al cabecear un córner Melero, su mejor hombre, encontró su premio.
La afición salió muy decepcionada del estadio. Llegó con sus mejores galas, una hora antes, a los aledaños del campo, con tiempo suficiente para emocionarse con la interpretación del coro de la AGAO del himno que el Maestro Turrillas regalara al club o el colorido de los dantzaris sobre el verde. Incluso se las prometía felices en los primeros compases cuando Roberto Torres ejercía de maestro de ceremonias en el juego. Sin embargo, poco a poco emergió la cruda realidad, ésa que rehusa explicar el factótum Fran Canal.
El factótum sigue sin explicar qué hizo la temporada pasada y tampoco nos ha dicho que busca en ésta, a parte de su triple sueldo con mensualidades, objetivos y variables. La celebración de los 50 de El Sadar también le salió mal. Dio pena ver a los jugadores levantando una pancarta en el centro del campo mientras el público abandonaba con cajas destempladas y sin hacerles caso. Para colmo, los cinco cañones para teñir el cielo de rojo y azulón permanecían atrancados, igual que antes el equipo. Solo funcionaron dos cuando ya no hacía falta, con el estadio despejado. El viento arrastraba entonces los confetis por el césped como alma en pena. Un desastre.

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